
La casita de los gnomos
Un espacio muy especial dedicado a la fantasía y a los personajes típicos de los cuentos de hadas
En un día libre puedes hacer diferentes actividades: ver una serie, leer un libro o quizás tomar el tren R3, que tarda 45 minutos desde Barcelona hasta la Garriga.
La Garriga
La Garriga es un municipio español situado en el Vallès Oriental de Cataluña. Un pequeño pueblo donde el paisaje que lo rodea se caracteriza por montañas y bosques de pinos. Un entorno de aire puro y silencio, muy diferente al caos de la capital catalana.
Aparte del centro histórico, iglesias y antiguas villas del pasado, hay un bosque muy particular cerca de la estación. Es muy fácil llegar allí. Una vez que te bajas del tren, frente a la estación, hay un camino ligeramente cuesta arriba que serpentea entre casas de lujo y tranquilas avenidas. En su final hay un pinar, que da una sorpresa
La sorpresa
Siguiendo las indicaciones en media hora de caminata llego al bosque.
Apenas entro, veo una extraña casita de formas redondeadas con una extraña chimenea, luego una estatua mal curtida y luego un castillo en miniatura.
Sigo deambulando por la zona sombreada y aguzo la vista a ver si encuentro otras esculturas. ¡Y asi fue! ¡Un árbol mágico, una estatua con forma de Oscar, incluso un dragón y un león! Sin darme cuenta estoy caminando en un pinar encantado donde las figuras más icónicas de los cuentos de hadas aparecen juntas escondidas entre arbustos y briznas de hierba.
¿Pero de qué se trata? Afortunadamente, junto a la casa de cuento de hadas encuentro un cartel con una breve descripción del lugar.
Un bosque magico
Se llama la Cabana dels nans o La Casita de los gnomos. Sí, porque además de las fantásticas esculturas, la casa tiene aire de refugio de gnoos o elfos que viven en lo más profundo de un bosque mágico.
La placa ilustrativa explica que se trata de un proyecto ideado y ejecutado por Esteve Torrents Grau. Un hombre cuyas habilidades manuales y su imaginación desenfrenada moldearon, a lo largo de los años, las figuras mágicas y extravagantes esparcidas aquí y allá.
«Sí, está permitido visitar este recinto«, dice una placa inscrita que cuelga de un árbol. Indica que somos bienvenidos, que aquí todos pueden disfrutar del lugar donde pueden pasar momentos de tranquilidad, dejando espacio para la imaginación o la reflexión personal.
Desafortunadamente, para ser honesto, no todas las esculturas están en buenas condiciones. Algunas están marcadas por la climatología, el paso del tiempo y otras por el vandalismo.
Una pena que los colores ya no tengan la fuerza del pasado y los rostros desfigurados de algunas obras desprendan un aura de siniestro misterio. Ni siquiera la naturaleza pierde el tiempo en reapropiarse y devorar algunos de ellos con briznas de hierba y enredaderas. ¡Hay una necesidad urgente de mantenimiento y cuidado!
¿Por qué un lugar tan único y extravagante está a merced del deterioro y el mal tiempo?
El proyecto de recuperación
La pandemia y la falta de fondos lo han dejado solo, desvaneciendo su poder mágico. Desgraciadamente, el propio Esteve ya no puede hacerse cargo de su mantenimiento.
Sin embargo, está en marcha un proyecto de financiación colectiva para renovar la zona y dar nueva vida a las esculturas.
Si quieres saber más pincha en el enlace que te da toda la info sobre el proyecto de la Cabana dels nans.
Todavía tengo unos minutos para tomar fotos.
Sigo el camino, que continúa hacia el valle entre campos de olivos y viñedos y acabo encontrando una antigua fábrica de cerámica del siglo XX ahora abandonada. A pesar del deterioro de la estructura, me llama la atención su solitaria chimenea y un molino de viento. Este último utilizado en su momento para la extracción de aguas subterráneas. Una vez aquí, gracias a los hornos subterráneos en constante funcionamiento, se cocinaban diferentes productos como cerámica, ladrillos y tejas.
El bosque del mal invierno
Pero las sorpresas no han terminado. Cerca de la fábrica encuentro el Bosc de Malhivern. Es uno de los pocos encinares que quedan en la zona. Antiguamente los árboles presentes se utilizaban para la producción de herramientas de madera o para su carbón vegetal de buena calidad.
El camino es fácil y está bien señalizado. Parece que no hay nadie más que gente como yo que pasee al perro o ande en bicicleta. ¡Pero con un paso y un buen ojo puedes ver liebres y otros animales! ¡Basta detenerse y mirar en silencio para darse cuenta de que, entre las ramas de los árboles y el manto de hojas en el suelo, no estoy solo! Con una ligera pendiente, el bosque termina en una de las vías principales que conducen finalmente a la ciudad.
Me dirijo hacia el centro para tomar el tren de vuelta al frenesí de Barcelona, ¡pero con el alma más serena y cargada para afrontar la semana!
Si quiereis tener más información sobre La Garriga es muy utìl visitar la página web del municipio donde se puede descubrir otros bonitos lugares de interés y caminos inmersos en la naturaleza.
Marco Pachiega.
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